“... y cuando Dios vio lo que Adán y Eva habían hecho, entró en cólera. Su propia creación le
había decepcionado, tentados por los placeres del conocimiento. Furioso, se dio cuenta de que los
humanos nunca habían tenido lugar en el perfecto tapiz de su Edén. Marchó al centro del Jardín,
hacia el Arca de los Sellos. En su interior, crepitaban con una gran energía los sellos de las
maldades que él mismo había encerrado para proteger a sus creaciones. Con un último suspiro de
tristeza, abrió el Arca. Y así fue como los cuatro primeros sellos se abrieron, y se vio llegar a
cuatro jinetes, cuatro condenas, que azotarían hasta el final de los tiempos a los seres humanos.
Yahvé expulsó a Adán y a Eva del paraíso, perseguidos por estos cuatro jinetes. Mas se cuidó de
cerrar el Arca antes de que los otros tres sellos se abrieran. Solo al final del mundo, el día del
Juicio, los jinetes abrirían los restantes sellos... el tiempo del hombre se consumiría...”
...Ahora, Yahvé y Lucifer ya no están.
Un estruendoso trueno raja el cielo en dos, dejando una amplia grieta, donde todos los horrores del Apocalipsis se ciernen sobre la Tierra y los humanos. Un ente divino, al que los antiguos textos bíblicos llaman Javier Torregrosa, desciende ante la mirada perpleja de los asistentes de las TRolLEA. Con los brazos abiertos, en sus manos flotan tres sellos rotos. A sus espaldas, 4 jinetes se lanzan para provocar guerras, hambruna, enfermedades y muerte. Una profunda voz se escucha en la mente de todo los observadores: "El fin ha llegado... ¿Serán 18 de vosotros, durante 2 horas, quienes paren la hecatombe que se cierne sobre la humanidad?
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